La energía solar fotovoltaica es aquella que se produce a través de la transformación directa de la energía del sol en energía eléctrica. Y es aquí, donde inciden los famosos ¨paneles solares¨ ¡y es correcto! Suena muy sencillo, pero… ¿Cómo funciona?
Dichos paneles están formados por módulos y estos, a su vez, por células fotovoltaicas. Sus células contienen una o varias láminas de material semiconductor y están recubiertas por un vidrio transparente que deja pasar la radiación solar y minimiza las pérdidas de calor.
Todo esto es posible gracias a lo que se conoce como efecto fotovoltaico, crucial para la producción de electricidad a partir del sol. Aquí entran en juego varios componentes. El primero, las partículas de las que se compone la luz del sol (fotones) y su impacto sobre los paneles solares, con el que se liberan los electrones.
Es en este momento donde se desenvuelven más componentes esenciales de las placas fotovoltaicas, en concreto los conductores que incorporan que, en la mayoría de los casos, están hechos de silicio monocristalino o policristalino alojado en un marco de metal con una carcasa de vidrio. Integrados por lo general por un positivo y un negativo, estos crean un campo eléctrico por el que circulan los electrones una vez activados, de manera que se consigue producir la corriente.